Thursday, January 21, 2010

Señor, que florezca la rosa,

no me la dejéis en sombra

Sobre su carne marchita

florezca la rosa amarilla.

Y en el vientre de tus siervas,

la llama oscura de la tierra.

Señor, que florezca la rosa,

no me la dejéis en sombra.

El cielo tiene jardines

con rosales de alegría:

entre rosal y rosal,

la rosa de maravilla.

Rayo de aurora parece

y un arcángel la vigila,

las alas como tormentas,

los ojos como agonías.

Alrededor de sus hojas

arroyos de leche tibia

juegan y mojan la cara

de las estrellas tranquilas.

Señor, abre tu rosal

sobre mi carne marchita.

Señor, calma con tu mano

las ascuas de su mejilla.

Escucha a la penitente

de tu santa romería.

Abre tu rosa en mi carne

aunque tenga mil espinas.

Señor, que florezca la rosa,

no me la dejéis en sombra.

Sobre mi carne marchita,

la rosa de maravilla.


Ferderico García Lorca, Yerma.

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